Queridos veteranos, he leido esto que ha mandado un
compañero de indus que juega con la española, Rafuto, y he querido compartirlo
con vosotros...
Artículo de Rafuto para Marca
Algunos jugadores van al campo andando desde casa, otros
conducen 300 ó 600 kilómetros sólo para jugar y nadie da explicaciones ni
las pide. Llevan 30 años riendo, sufriendo y jugando juntos, y un abrazo o un
apretón de manos es todo cuanto tienen que decirse al volver a verse cada
domingo por la mañana.
Ni sus mujeres ni sus hijos, ni sus nietos ni sus
rivales, ni los árbitros ni los traumatólogos... nadie sabe por qué siguen.
En lo que todos coinciden, incluso ellos mismos, es en que están locos,
jugando competición oficial contra veinteañeros. Completamente locos.
Cuando los árbitros entran en ese vestuario a revisar
los tacos y a dar la charla previa al partido, se dan cuenta de que hay algo
raro. Ni mejor ni peor, pero huele diferente. Sonríen de forma diferente,
parece que ya hubieran ganado. Hay códigos no escritos al entrar en ese
vestuario: unos al fondo, otros a un lado.
El quince titular tiene unos 48 años de media y, aunque
ocultan sus lesiones, los crujidos de las articulaciones en el calentamiento
asustarían a cualquier paleontólogo En las alineaciones, en las jugadas y en
la toma de decisiones hay jerarquías de difícil entendimiento, pero hay cosas
que son así. El quince titular habitual tiene unos 48 años de media, más de
700 años en total. Aunque ocultan sus lesiones a todo el mundo, los crujidos
de las articulaciones en el calentamiento asustarían a cualquier
paleontólogo. Algunos tienen ya el orgullo de compartir camiseta y vestuario
con sus hijos. Todos se saben privilegiados, pero lo valorarán realmente
cuando ya no puedan seguir.
Han sobrepasado los límites razonables, le han dado unas
cuantas vueltas al cuentakilómetros, llevan años jugando la prórroga, y se
lo recuerdan los que se han ido quedando en la cuneta y ahora les animan desde
la grada.
Conocen cada gesto de su compañero mucho antes de que
suceda: éste no va a pasar el balón ni muerto, éste va a hacer su contrapié
de toda la vida y el talonador se va a pasar las marcas de 'touche' por el
nacimiento de la femoral y la va a sacar corta, ¿qué sabrá el medio melé?
Siguen haciendo las mismas jugadas ensayadas, jugadas en sepia y a cámara
lenta, pero les hace la misma ilusión. No hay un solo reproche, cada uno da en
el campo lo que puede y todos los fallos se perdonan. Eso sí, en el tercer
tiempo se despellejan sin piedad. Respetando los tiempos, como los toreros
'güenos'.
Lo único que les funciona algo mejor que antes es la
cabeza mientras dura el riego. Las piernas acompañan cada vez menos y las
otrora tabletas de chocolate son ya marchitas 'fondues', pero en el pasillo al
final de cada partido, no hay cabezas más altas que las suyas porque el
orgullo puede más que la losa del cansancio. Terminar ileso un partido con tus
amigos sabe a triunfo, uno más.
Hay gente que dice que 'eso' no es rugby. ¡Vaya que no!
PD: - ¿Hay botiquín?
- Sí, ¿qué necesitas?
- Psssch... no sé... ¿qué tienes?
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