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domingo, 30 de marzo de 2014

Invictus y vitaminados

Por su interés, un enlace de El Mundo sobre un reportaje de la TV francesa que cuestiona la limpieza de la victoria en el mundial del 95.
http://www.elmundo.es/cronica/2014/03/30/53369c6bca474174308b456e.HTML

De momento un fallecido por tumor cerebral con 39 años y tres jugadores en silla de ruedas con enfermedades degenerativas.
 
  
Y el artículo de Jon Rivas porque veo que el enlace no funciona a veces:

Clint Eastwood, un duro, consiguió que muchos de los espectadores de sus películas derramaran alguna lagrimilla cuando Morgan Freeman -Nelson Mandela-, entregó, en la última escena, la copa William Webb Ellis, de sólo 38 centímetros, confeccionada en plata bañada en oro, a Matt Damon -Francoise Pienaar-, en Invictus. Era la historia de
la reconciliación nacional en Sudáfrica, apoyada en la victoria de los Springboks en la Copa del Mundo de rugby, celebrada en el país africano en 1995, un año después de que Mandela ganara las elecciones y se convirtiera en el primer presidente negro de aquel país, tras el fin del apartheid. Pasados 19 años, un documental de France 2, elaborado por el periodista Nicolas Geay -habitual cada mes de julio en el Tour de Francia e investigador en el tema del dopaje- desvela algunas posibles claves de lo que, tal vez, no fue una victoria tan cristalina como cuenta la película, o el libro en el que se basó, escrito por el periodista John Carlin. El título mundial tiene su lado oscuro. Una maldición según algunos de los que jugaron en aquel equipo. El 27 de enero de 2010, el ala Ruben Kruger, 36 veces internacional con la nación del arco iris, falleció de un tumor cerebral. Tenía sólo 39 años y había sido el autor del ensayo que eliminó al 15 de Francia en semifinales, la antesala de la gloria. Otro jugador de aquel equipo, el hombre que según los entendidos del rugby, le dio otro sentido a la posición de medio scrum, Joost van der Westuizen, 89 veces internacional, sintió en 2010 una sensación rara: «Un día noté que mi camisa se movía sin que me diera cuenta». El músculo del pecho se convulsionaba sin control. Tenía 39 años y los médicos le detectaron esclerosis lateral amiotrófica, que afecta a las funciones de la lengua, los músculos respiratorios y la médula espinal. En 2012 apuntaba: «Soy un muy mal perdedor, así que pienso ganar». Se sometió a un tratamiento experimental en Gran Bretaña, pero dos años más tarde la enfermedad sigue su curso. Los periodistas de France 2 estuvieron en su casa. Se mueve en una silla de ruedas, apenas puede hablar. Pudo decir con mucho esfuerzo: «Estoy bien, gracias. Sabía que algo estaba mal. No podía jugar con mis hijos y ahora ni siquiera puedo llevarlos en brazos, es difícil, pero aparte de eso, estoy muy feliz». La maldición continúa con otro miembro de los Springboks, el centro Tinus Linee, de 44 años, que padece la misma enfermedad que Van der Westuizen, y que suele afectar a entre cuatro y ocho personas por cada 100.000. Tinus ya no puede hablar. En el reportaje lo hacía su mujer Diana: «No creo que sea una maldición, pero sí que pienso que tiene algo que ver con el rugby». Hay un cuarto afectado por otra enfermedad degenerativa, el tercera línea André Venter, de 43 años, internacional en 66 ocasiones, y que con una mielitis transversa que le afecta a la médula espinal, y que padecen una de cada millón de personas en el mundo, trata de volver a caminar a base de duros ejercicios para estimular sus músculos. Sin embargo, nadie en aquella selección que pasó a la historia de Sudáfrica, quiere hablar de dopaje. Los que siguen sanos y los que han enfermado insisten en que no hubo nada oscuro en aquella Copa del Mundo. Que Suráfrica ganó sin trampas. «Yo ni siquiera fumaba», dice Kruger, «ni he tomado en mi vida una sustancia prohibida». Según Van der Westuizen, «no sabemos la causa, ni nadie la sabe». Los investigadores apuntan tres posibles causas que podrían haber provocado que tantos jugadores de un grupo tan reducido hayan desarrollado enfermedades poco comunes. La primera es el dopaje, que los jugadores niegan; la segunda, la utilización de pesticidas con efectos nocivos sobre el césped de los campos de entrenamiento, y la tercera, los choques violentos a los que se sometían en los durísimos entrenamientos y en los partidos, algo que, por otra parte, sucede con los jugadores de cualquier club de rugby del mundo. Dudas razonables Sin embargo, la primera opción se abre paso entre las hipótesis. El capitán Francois Pienaar, apunta en su biografía, que durante la Copa del Mundo de Sudáfrica tomaron pastillas de vitamina B12. «No había nada ilegal en ese consumo. Cuando se convirtió en algo prohibido, paramos». Eran los tiempos en los que se comenzaba a experimentar con la EPO, totalmente indetectable en los controles. Pero aunque no se pueden relacionar, la vitamina B12 aumenta los efectos en la sangre de la eritoproyetina, «lo que no significa que tomaran EPO», recuerda Nicolas Geay. «Cuando Pienaar habla de pastillas, se refiera a la vitamina B12», señala el exjugador sudafricano Kobus Wiese. «Nunca dimos positivo, todo estaba dentro de los límites. Los médicos nos dieron inyecciones de B12 y tratamientos para las lesiones, pero nada más». Entre las voces que se escuchan desde el escepticimo, France 2 dio la palabra a su comentarista de rugby, Fabien Galthie, exinternacional con los bleus y que jugó en Sudáfrica en el equipo Western Force. Recordaba, durante el debate posterior al reportaje, que en uno de sus primeros partidos, compartiendo habitación con el internacional sudafricano John Smit, escuchó la voz del médico gritando: «¡Vitaminas, vitaminas!». Su compañero abrió la puerta y se bajó los pantalones para que el doctor le pusiera una inyección. Él se negó. También apuntó al partido que, en 1996, jugaron los Springboks en el Parque de los Príncipes de París. Arrollaron a Francia (52-10). «Ellos aquel día estaban más poderosos, muy fuertes. Después del partido me dijeron que en su equipo 14 jugadores tenían autorización para el tratamiento del asma. Prácticamente todo el equipo tomó Ventolín. Nos había arrollado un equipo lleno de enfermos». Aún así, Galthie considera que no se puede hablar de dopaje: «Los jugadores no sabían lo que les ponían. En todo caso era envenenamiento». Todos los indicios El capitán. Francois Pienaar reconoce que tomaron B12: «No había nada ilegal... Cuando se convirtió en algo prohibido, paramos». Era cuando se comenzaba a experimentar con la EPO, totalmente indetectable. ¿Las víctimas? Ruben Kruger, muerto por tumor cerebral a los 39 años. Joost van der Westuizen (39), Tinus Linee (44) y André Venter (43) padecen enfermedades degenerativas.

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